Que la distancia puede causar nostalgia, pero nunca un
olvido.
De una forma positiva
aprendí, que no importa lo que suceda o lo ruin que parezca el día de
hoy, la vida continúa y mañana saldrá el sol.
Aprendí que se puede conocer bien a una persona, por la
forma en que reacciona ante tres cosas: Un día lluvioso, un equipaje perdido y
los haces de luz de un árbol de Navidad
que se entrelazan.
Aprendí que no importa el tipo de relación que tengas con
tus padres, sentirás su falta cuando ellos no estén.
Aprendí que saber ganar en la vida no es lo mismo que saber
vivirla.
Aprendí que la vida, a veces, nos da una segunda
oportunidad.
Aprendí que vivir no es sólo recibir, también es dar.
Aprendí que si buscas la felicidad, te ilusionas pero si centras la atención en la
familia, en la pareja, en los amigos, en las necesidades de los demás, en el
trabajo y en intentar hacerlo todo mejor, la felicidad te encontrará a ti.
Aprendí que siempre que decido algo con el corazón abierto,
generalmente acierto.
Aprendí que cuando siento dolor, no necesito ser yo un dolor
para los demás.
Aprendí que diariamente necesito llegar y hablar con
alguien.
Aprendí que todos necesitamos
un toque humano, sentir una mano amiga, recibir un abrazo afectuoso o
simplemente una palmada amistosa en la espalda.
Aprendí que aún tengo mucho que aprender.
Aprendí que las personas se olvidarán de lo que dijiste,
olvidarán lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las trataste.
Aprendí que la mentira nunca es buena, mata y envenena.
Por ello reflexioné, y aprendí que nuestra vida pasa muy
rápido, algunas más que otras, más difíciles o más fáciles pero siempre debemos
aprovecharla.
Recuerden, hoy es el día de mañana que tanto les preocupaba
ayer.
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