Había
olvidado lo que era sentirse feliz.
Durante
años deambuló entre penumbras y a la penumbra se acostumbró, para ella eso era la vida, su vida era
oscuridad.
Pero
un día, los pilares que la sujetaban se
derrumbaron y al caerse aparecieron los cimientos, aquellos cimientos olvidados,
ocultos durante años y entre ellos
resurgió, la verdadera ella.
La
penumbra se disipó y la luz volvió a brillar.
Poco
a poco volvió a ser la que en el pasado fue.
Ya
no sólo sonríe, ríe a carcajadas.
Es
feliz, pero tiene miedo porque sabe que es un regalo que la vida le ha otorgado
por un instante y que éste, al igual que el rayo
pasará rápido y en menos de lo que dura el aleteo de una mariposa, sólo será un bello recuerdo.
Pero
aun así es feliz, ha decidido disfrutar su regalo, aunque mañana sólo quede como un instante en
su vida.
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